viernes, 25 de febrero de 2011

Volver a casa...

Es como decir buen día pero sin haber dormido. Llegar a esa hora en que el mundo se levanta y cuando de mundo hablo, me refiero a esa horda de mujeres de adentrada edad barriendo las veredas como practicando una especie de exfoliación facial diaria en lo que al asfalto representa, las cuales miran de reojo como con un radar detectando rastros de injurias o "pecados" tal vez cometidos o tal vez no, pero que igualmente resuenan en el fondo de sus ojos tratando de comenzar un comentario agraviante sobre nuestra llegada a un horario relativamente disparejo para el reloj al cual están acostumbradas, el cual no culmina con éxito porque la vecina más cercana, a la cual pueden hacer llegar sus insultos/comentarios si puedo así llamarlos, se encuentra a dos casas de distancia y todavía le resuena en su memoria esa bolsa de basura mal apoyada contra el árbol o la vista infraganti del perro orinando entre sus flores, carcomiéndole así cualquier intención de perdón, haciendo que se prohíba a si misma el hecho de generar conversación alguna, aunque sea para defenestrar a ese hijo del diablo que a pasado una noche envuelta en supuestas faltas y el cual es digno de recibir miradas punzantes como amenazando con llevarnos a una eternidad de arrepentimiento sin saber que esas miradas y comentarios, no generan arrepentimiento ni sentimiento de culpa alguno en nuestra persona, sino que causan una sensación de lástima al pensar con lo poco que se entretienen al juzgar nuestras tranquilas llegadas al barrio luego de haber disfrutado una buena y "tranquila" noche.


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