miércoles, 20 de febrero de 2013

Verdad hay una sola


Por Federico Johansen

Hubo un momento en el que las noticias sobre algunos hechos relacionados con el supuesto derecho que tienen las mujeres a elegir sobre su propio cuerpo habían comenzado a tener una gran notoriedad en diversos medios de comunicación. Esto a raíz de debates surgidos luego de algunos casos puntuales que involucraban embarazos no deseados en mujeres no tan relevantes que parecían buscar su minuto de fama y que por momentos hicieron tiritar mi burbuja de tranquilidad en la cual he transitado mi vida en la cálida vía del status quo.
Era una mañana común y corriente, un simple café con un par de tostadas mientras encendía la tele para informarme un poco sobre los acontecimientos más notorios antes de ir a trabajar como Dios manda. De repente un titular escandaloso me llamó la atención: “Médicos se niegan a realizar un tratamiento contra el cáncer a una mujer embarazada”. Debo confesar en realidad, que no fue el titular en sí lo que me causo pavor, sino el hecho de que a partir de esto se haya dado lugar al debate sobre un tema tan delicado, ocultable y digno de ignorar como este.
En fin, en el camino al trabajo me pongo los auriculares de mi iPod y sintonizo radio Mitre en donde el debate originado por esta noticia seguía en pie. Era raro, yo tenía la imperiosa necesidad de hacer que el tema rebote en mi cual chicle duro pero sin poder lograrlo con éxito. Cambiando de dial a veces me encontraba con una estación que estaba tratando temas importantes y que afectan verdaderamente a la población como el cepo al dólar o la mutación del país a una sucursal del imperio dictatorial de Chávez, pero siempre se volvía al tema con el que me desayune esta mañana.
El tema parecía una semilla que echó raíces y luego esparció sus ramas por todos los ámbitos en donde yo me disponía recorrer mi día. En el trabajo se escuchaban voces hablando de eso haciendo que yo tenga dudas sobre mi capacidad auditiva ya que la gran mayoría parecía estar del lado de la “pobre madre” criticando a los médicos que solo cumplían con las reglas dictadas por Jesucristo nuestro señor. Durante un momento pensé en volver a ponerme los auriculares y escuchar música como una forma de abstracción ante tan inaudito escenario lo cual me resulto imposible. Hubo un momento en el que sentí la necesidad de tener que participar de la discusión, sin subirme a un pedestal como mensajero de la verdad, claro, sino como un guía que construye un camino que cruza un manto de locuras y mentiras para llevar a esas almas distraídas al sector de lo correcto. Ese momento que revuelve mi estómago con solo recordarlo, tiene su base en el comentario de una compañera que afirmaba que el aborto no era asesinato y que además la mujer debía tener el pleno derecho de decidir sobre su propio cuerpo sin importar que dentro del mismo exista, como lo definió ella, “un proyecto de ser humano.”  Casi me desmayo. Sin faltar el respeto trate de entender su punto de vista sin ni siquiera persuadirla de pensar lo contrario, me resultaba muy difícil entender como una persona hecha y derecha podía pensar ese tipo de cosas. La calificación de hecha y derecha fue cambiando con el correr de los minutos.
Para completar su pensamiento compartió con nosotros una entrevista hecha a un raro personaje, que más tarde averiguando llegue a saber que era el líder de una pseudo secta llamada Movimiento Humanista, el hombre  se llamaba Mario Rodríguez Cobos alias “Silo”. En ese esxtraño grupo se realizan diferentes conductas cuasi anormales como lo son extravagantes ceremonias y demás cosas alejadas de la vida común y corriente de las personas cuerdas que habitamos este mundo. Cosas extrañas de las cuales tenemos que tener cuidado solo por el hecho de ser extrañas. Este personaje planteaba que era muy coherente la posición de la iglesia católica al pensar que el aborto era un asesinato, ya que para esa creencia el ser humano se conforma como tal en el momento de la concepción, en el cual la chispa divina aparece completando la formación de lo que ya vendría a ser un ser humano, un ser humano con alma y demás atributos. Hasta allí nada más que la verdad, pero a su vez planteaba un debate sobre el tema explicando que existen personas que no comparten ese punto de vista, tomando como ejemplo su caso. Él explica su concepción del ser humano, explica que el niño en formación es un ser natural y a la vez un proyecto, ya que los padres buscan tener hijos, tener descendencia, etcétera. “El ser humano, como ser histórico y social, únicamente en el momento del parto, en el momento de la apertura al mundo puede ser considerado como tal, solamente en ese momento aparece un ser humano en el mundo” cuenta este olvidable orador mientras pide que en el debate sobre el tema tenga principal papel la mirada de las mujeres, ya que estas son las principales víctimas, olvidando por completo esas pobres almas indefensas que por designio divino solo quieren un lugar en el mundo.
A partir de esto mi calma desapareció, y luego de un exabrupto al momento de contestar estas ridículas barbaridades, en donde casi sin querer, el volumen de mi voz ascendió varios niveles tratando de callar las propuestas de debate en donde planteaban diferentes puntos de vista los cuales por costumbre estoy en alerta para poder  ignorarlos ya que atentan contra la verdad volví a mi escritorio tratando de entender cómo en el mundo puede existir gente tan terca y testaruda  queriendo ir en contra  de lo que nos es enviado desde el altar de la verdad. ¿Cómo pueden pensar que a partir de debates y entrecruzamiento de ideas podemos lograr mejorar lo que se nos es impuesto desde el ámbito divino? ¿Por qué quieren correrse del tranquilo camino de la afiliación a la verdad?  Sin poder lograr contestar esas preguntas agacho mi cabeza,  me pongo los auriculares y cierro las puertas de mi confortable burbuja, esperando pasivamente que en algún momento las cosas se arreglen.







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