Por
Federico Johansen
Hubo un momento en el que las
noticias sobre algunos hechos relacionados con el supuesto derecho que tienen
las mujeres a elegir sobre su propio cuerpo habían comenzado a tener una gran
notoriedad en diversos medios de comunicación. Esto a raíz de debates surgidos
luego de algunos casos puntuales que involucraban embarazos no deseados en
mujeres no tan relevantes que parecían buscar su minuto de fama y que por
momentos hicieron tiritar mi burbuja de tranquilidad en la cual he transitado
mi vida en la cálida vía del status quo.
Era una mañana común y
corriente, un simple café con un par de tostadas mientras encendía la tele para
informarme un poco sobre los acontecimientos más notorios antes de ir a
trabajar como Dios manda. De repente un titular escandaloso me llamó la
atención: “Médicos se niegan a realizar un tratamiento contra el cáncer a una
mujer embarazada”. Debo confesar en realidad, que no fue el titular en sí lo
que me causo pavor, sino el hecho de que a partir de esto se haya dado lugar al
debate sobre un tema tan delicado, ocultable y digno de ignorar como este.
En fin, en el camino al trabajo
me pongo los auriculares de mi iPod y sintonizo radio Mitre en donde el debate
originado por esta noticia seguía en pie. Era raro, yo tenía la imperiosa
necesidad de hacer que el tema rebote en mi cual chicle duro pero sin poder
lograrlo con éxito. Cambiando de dial a veces me encontraba con una estación
que estaba tratando temas importantes y que afectan verdaderamente a la
población como el cepo al dólar o la mutación del país a una sucursal del
imperio dictatorial de Chávez, pero siempre se volvía al tema con el que me
desayune esta mañana.
El tema parecía una semilla que
echó raíces y luego esparció sus ramas por todos los ámbitos en donde yo me
disponía recorrer mi día. En el trabajo se escuchaban voces hablando de eso
haciendo que yo tenga dudas sobre mi capacidad auditiva ya que la gran mayoría
parecía estar del lado de la “pobre madre” criticando a los médicos que solo
cumplían con las reglas dictadas por Jesucristo nuestro señor. Durante un
momento pensé en volver a ponerme los auriculares y escuchar música como una
forma de abstracción ante tan inaudito escenario lo cual me resulto imposible.
Hubo un momento en el que sentí la necesidad de tener que participar de la
discusión, sin subirme a un pedestal como mensajero de la verdad, claro, sino
como un guía que construye un camino que cruza un manto de locuras y mentiras
para llevar a esas almas distraídas al sector de lo correcto. Ese momento que
revuelve mi estómago con solo recordarlo, tiene su base en el comentario de una
compañera que afirmaba que el aborto no era asesinato y que además la mujer
debía tener el pleno derecho de decidir sobre su propio cuerpo sin importar que
dentro del mismo exista, como lo definió ella, “un proyecto de ser humano.” Casi me desmayo. Sin faltar el respeto trate
de entender su punto de vista sin ni siquiera persuadirla de pensar lo
contrario, me resultaba muy difícil entender como una persona hecha y derecha
podía pensar ese tipo de cosas. La calificación de hecha y derecha fue
cambiando con el correr de los minutos.
Para completar su pensamiento
compartió con nosotros una entrevista hecha a un raro personaje, que más tarde
averiguando llegue a saber que era el líder de una pseudo secta llamada
Movimiento Humanista, el hombre se
llamaba Mario Rodríguez Cobos alias “Silo”. En ese esxtraño grupo se realizan diferentes
conductas cuasi anormales como lo son extravagantes ceremonias y demás cosas
alejadas de la vida común y corriente de las personas cuerdas que habitamos
este mundo. Cosas extrañas de las cuales tenemos que tener cuidado solo por el
hecho de ser extrañas. Este personaje planteaba que era muy coherente la
posición de la iglesia católica al pensar que el aborto era un asesinato, ya
que para esa creencia el ser humano se conforma como tal en el momento de la
concepción, en el cual la chispa divina aparece completando la formación de lo
que ya vendría a ser un ser humano, un ser humano con alma y demás atributos. Hasta
allí nada más que la verdad, pero a su vez planteaba un debate sobre el tema
explicando que existen personas que no comparten ese punto de vista, tomando
como ejemplo su caso. Él explica su concepción del ser humano, explica que el
niño en formación es un ser natural y a la vez un proyecto, ya que los padres
buscan tener hijos, tener descendencia, etcétera. “El ser humano, como ser
histórico y social, únicamente en el momento del parto, en el momento de la
apertura al mundo puede ser considerado como tal, solamente en ese momento
aparece un ser humano en el mundo” cuenta este olvidable orador mientras pide
que en el debate sobre el tema tenga principal papel la mirada de las mujeres,
ya que estas son las principales víctimas, olvidando por completo esas pobres
almas indefensas que por designio divino solo quieren un lugar en el mundo.
A partir de esto mi calma
desapareció, y luego de un exabrupto al momento de contestar estas ridículas barbaridades,
en donde casi sin querer, el volumen de mi voz ascendió varios niveles tratando
de callar las propuestas de debate en donde planteaban diferentes puntos de
vista los cuales por costumbre estoy en alerta para poder ignorarlos ya que atentan contra la verdad volví
a mi escritorio tratando de entender cómo en el mundo puede existir gente tan
terca y testaruda queriendo ir en
contra de lo que nos es enviado desde el
altar de la verdad. ¿Cómo pueden pensar que a partir de debates y entrecruzamiento
de ideas podemos lograr mejorar lo que se nos es impuesto desde el ámbito
divino? ¿Por qué quieren correrse del tranquilo camino de la afiliación a la
verdad? Sin poder lograr contestar esas
preguntas agacho mi cabeza, me pongo los
auriculares y cierro las puertas de mi confortable burbuja, esperando
pasivamente que en algún momento las cosas se arreglen.
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